Tarde de lecturas, (2008) xilografía de Marinés Tapia Vera, 1er premio de Grabado del LIII Salón de Artes Plásticas Manuel Belgrano

El rastreador

El rastreador recorre bibliotecas concretas y virtuales buscando esos textos que alguna vez tenemos que leer.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Sola y su alma

Una mujer está sentada sola en su casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean a la puerta.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Anillos de ceniza

A Cristina Campo



Son mis voces cantando
para que no canten ellos,
los amordazados grismente en el alba,
los vestidos de pájaro desolado en la lluvia.

Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
Y hay, cuando viene el día,
una partición de sol en pequeños soles negros.
Y cuando es de noche, siempre,
una tribu de palabras mutiladas
busca asilo en mi garganta
para que no canten ellos,
los funestos, los dueños del silencio.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Las vigas de roble del colegio

El New College de Oxford, Inglaterra, fue fundado a fines del siglo XVI, que para un colegio inglés es una fecha bastante reciente, y eso explica su nombre. Tiene, como tantos otros colegios tradicionales de Inglaterra, un enorme comedor con grandes vigas de roble en el techo. Son vigas de unos seis metros de largo y veinte centímetros de ancho.
Me contaron que hace unos años, un estudiante de entomología bastante curioso se trepó al techo con un cortaplumas y revisó las vigas, descubriendo que estaban llenas de polillas de la madera.
Cuando el Consejo Rector del colegio se enteró de la novedad, hubo reunión urgente. El desaliento se notaba en los rostros. "¿Dónde conseguimos roble de ese calibre hoy en día?".
Pero uno de los consejeros más jóvenes tuvo una idea: "¡preguntémosle al guarda parque del colegio!" exclamó. Cuando por fin lo localizaron, ya que se hallaba recorriendo unos terrenos de la institución en el otro extremo del país, el guarda parque se presentó ante el Consejo. Alisando su gorra con la mano derecha, el viejo jardinero dijo: "Señores, yo ya me estaba preguntando cuando me llamarían". Los sorprendidos miembros del consejo se miraron. Entonces el guarda parque explicó que cuando se fundó el colegio, en otro campo se sembró un robledal destinado especialmente a reemplazar esas vigas del comedor cuando fuesen atacadas por insectos, porque tarde o temprano las vigas de roble son atacadas por insectos.
A través de las generaciones, el mensaje fue pasando de un guarda parques a otro, a lo largo de cuatrocientos años: "Esos robles no se cortan, son para el comedor del colegio".
Es una hermosa historia. Esa es la manera de manejar una cultura...

lunes, 16 de noviembre de 2009

Dialéctica

Yuan Chan porfiaba que los fantasmas no existían. La lógica de sus argumentos era irrebatible. Un día se le presenta un extranjero que lo desafía a filosofar. A pesar de su hábil dialéctica el extranjero es derrotado. Entonces confiesa que es un fantasma: se transforma en un monstruo y desaparece. Yuan Chan, por primera vez en su vida, pierde la palabra. Pierde también la vida.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Poesía fácil

Paz no busco, guerra no soporto
tranquilo y solo voy por el mundo en sueño
lleno de cantos sofocados. Anhelo
la niebla y el silencio en un gran puerto.

En un gran puerto lleno de velas leves
prontas a zarpar hacia el horizonte azul
dulces ondulando, mientras que el susurro
del viento pasa con acordes breves.

Y aquellos acordes el viento se los lleva
lejos sobre el mar desconocido.
Sueño. La vida es triste y yo estoy solo.

Oh cuándo, cuándo una mañana ardiente
mi alma se despertará en el sol
en el eterno sol, libre y rugiente.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Excelsum Superbum

Recién empezaban a rozarse, por encima, los ligustros disciplinados. Era una alameda joven. Cuando su hija nació, él había plantado los arbolitos con esmero, uno por uno, atando al primer ejemplar una placa de hojalata con la nomenclatura precisa y la fecha.
Aquella podría haber sido una media mañana cercana al otoño. Corrían los dos. Él de espaldas, para atrás. La pequeña se esforzaba en la carrera más por no verlo alejarse que por ganar. Al final, ella ganaba siempre y aupada por el padre, presunto perdedor, tomaba como trofeo la boina vasca y la lanzaba al aire. Los dos reían con una risa idéntica.
La mañana de la que hablo, esa del otoño que alborea, tal vez queriendo eternizar aquel minuto de triunfo y exclusividad, le preguntó:
-¿Podemos casarnos, papá?
El la abrazó fuertemente, como abraza un padre que ha plantado árboles. Después, la bajó con extrema delicadeza y acuclillado a su altura intentó una respuesta:
-Ya me he casado con tu mamá.
Silencio.
Con levedad se movieron las hojas y las manchas del sol vacilaron sobre el suelo.
-Bien. Cuando crezcas lo vamos a hablar.
Aún cuelga de una rama baja, en el primer árbol, la placa de hojalata:
Ligustrum Excelsum Superbum
0-10-1947
Nunca me he casado.

viernes, 23 de octubre de 2009

Pedradas con mi patria

I

en esta tierra grande
de tanto golpe grande
de tanto odio grande
de tanta basura
de tanta locura
en esta tierra grande

en esta tierra llena
de tanta entrega llena
de tanto lema llena
de tanto escarnio
de tanto daño
en esta tierra llena

en esta tierra herida
de tanta culpa herida
de tanta sombra herida
de tanta astucia
de tanta angustia
en esta tierra herida

en esta tierra sola
de tanto molde sola
de tanta sangre sola
de tanta estrofa
de tanta mofa
en esta tierra sola

en esta tierra rota
de tanto grito rota
de tanto rito rota
de tanta bota
de tanto idiota
en esta tierra rota

III

hablando con honradez
humanamente hablando
algo anda mal
tranvía de mi corazón parado en la mitad del pecho

es preciso investigar
dar en el clavo
martillo poesía
proceder con primaveras

es preciso desabrochar la mano
desnudarla en la calle
entrar derribando la puerta de los hombres
segundo piso a la izquierda
expediente número ternura

llamado urgente
arrinconar la muerte con un beso
y no despertar sospechas
un asunto muy serio se subió a mi ventana

VI

mi patria está viva cuando escribo
se sale por el lápiz
invade mi camisa
muchacha
inventemos el amor con lo que queda
es necesario buscar
no perder tiempo

mi patria tiene forma de poema
hay que llevarla crucificada al hueso
ayudarla a salir
amarla y desamarla

entonces algo pasa
se cortó el hilo de repente
mi patria es joven como yo
tiene sus dudas

IX

los generales con los testículos plastificados
y los empleados copulando adentro de un cesto de papeles
y la gente que llora cuando se muere un arzobispo
y las mujeres desnudas arriba de los colectivos
y los estudiantes sietemesinos
y los políticos con diarreas de verano
y los funcionarios que no tienen calzoncillos
y los economistas fabricantes de inodoros
y los leprosos amantes de los secretarios
y los burócratas con derrames infecciosos
y los futbolistas atropellando con sus coches a los jubilados
y los presidentes comprando materia fecal en los remates

esto han hecho de ti
por eso yo arrojo mis pedradas

sábado, 29 de agosto de 2009

Arte poética

Que el verso sea como una llave que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
cuanto miren los ojos, creado sea,
y el alma del oyente quede temblando.

Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida, mata.

Estamos en el cielo de los versos.
El músculo cuelga,
como recuerdo, en los museos;
mas no por eso tenemos menos fuerza;
el vigor verdadero
reside en la cabeza.
¿Por qué cantáis la rosa, oh, poetas?
¡Hacedla florecer en el poema!

Sólo para vosotros
viven todas las cosas bajo el sol.
El poeta es un pequeño Dios.

martes, 25 de agosto de 2009

Cortísimo suceso

Una mujer vestida de negro entra a una farmacia y le exige al farmacéutico:
-Por favor, quiero comprar arsénico-
El arsénico es tóxico y letarl. El farmacéutico quiere saber más cosas antes de proporcionarle la sustancia.
-¿Y para qué quiere la señora comprar arsénico?-
-Para matar a mi marido.
-¡Ah, caramba! Lamentablemente para ese fin no puedo vendérselo.
La mujer sin decir palabra abre la cartera y saca una fotografía de su marido abrazado desnudo en una cama con la mujer del farmacéutico.
-¡Mil disculpas! –dice el farmacéutico-. Atender por favor a la señora, no sabía que usted tenía receta.

miércoles, 19 de agosto de 2009

La barrera

Un paso más atrás. Dos más atrás. Tres. Ahí esta bien. Ya está la barrera formada. Una baldosa más acá. Un momento. Ante todo sacar las cosas del arco. Hay botellas debajo de la pileta. Ya la otra vez cagó una. Y dos sifones. El blindado, no es nada. Pero el otro puede reventar, y los sifones revientan y los pedacitos de vidrios saltan y se te meten en los ojos de uno. Bien juntas las macetas de la barrera. El arquero muy nervioso. Miguel Tornino frente al balón. Atención. El rubio Miguel Tornino frente al balón. Una mano en la cintura. La otra también. La mano sacándose el pelo de la frente. La transpiración de la frente. De los ojos. Hay silencio en el estadio. Es la siesta. Hasta el Negro se ha quedado quieto. Resignado a ser simple espectador de ese tiro libre de carácter directo que ya tiene como seguro ejecutor a Miguel Tornino, que estudia con los ojos entrecerrados el ángulo de tiro, el hueco que le deja la barrera, la luz que atisba entre la pierna derecha del recio mediovolante de la visita y la pata de portland de la maceta grandota del culantrillo. Un solo grito en el estadio: Miguel, Miguel. El público de pie ante esta, la última oportunidad del Racing Club cuando sólo faltan dos minutos para que finalice el match. Habrá que apurarse antes de que vuelva a adelantarse la barrera o el Negro insista en morder la pelota y hacerla cagar como el otro día que la pinchó el muy boludo. Sonó el silbato. Habrá que pegarle de chanfle interno. La cara interna del pie diestro de Miguel Tornino, el pibe de las inferiores debutante hoy, le dará al balón casi de costado, tal vez de abajo, con no mucha fuerza, pero sí con satánica precisión para que ese fulbo describa una rara comba sobre la cabeza de los asombrados defensores, sobre el despeinado pirincho del helecho de la segunda maceta y se cuele entre el travesaño, el poste y el postrer manotazo de la lata de aceite Cocinero que se ha lucido hasta el momento. ¡Tiró Tornino! Y se hizo mimbre el arquero ante el latigazo insólito de curva inesperada y con la punta de los dedos allá voló la lata a la mierda. Carajo que ladra el Negro. Si mamá,…si la guardo…está bien,…pero mirá vos como la viene a sacar este guacho.

viernes, 31 de julio de 2009

Viajar

Asimilar horizontes. ¿Qué importa si el mundo es plano o redondo?
Imaginarse como disgregado en la atmósfera, que lo abraza todo. Crear visiones de lugares venideros y saber que siempre serán lejanos, inalcanzables como todo ideal.
Huir lo viejo.
Mirar el filo que corta un agua espumosa y pesada. Arrancarse de lo conocido.
Beber lo que viene.
Tener alma de proa.

jueves, 16 de julio de 2009

Jonás y la Ballena

Jonás hostiga a la Ballena, la insulta, la provoca, le dice que se aprovecha de los peces pequeños pero que es incapaz de devorar a un hombre, la llama arenque, mojarrita y otros epítetos injuriosos. Al fin, la Ballena, harta de verse así vilipendiada o acaso para hacer callar a ese energúmeno, se traga a Jonás sin hacerse el menor daño. Una vez dentro del vientre de la Ballena, Jonás empieza a correr de aquí para allá. Profiere ladridos, da puñetazos y puntapiés en las paredes del estómago de la Ballena. Al cabo de unas horas la Ballena, enferma de náuseas, vomita a Jonás sobre la playa. Jonás cuenta a todo el mundo que permaneció un año en el interior de la Ballena, inventa aventuras heroicas, afirma que la Ballena le tuvo miedo. Moraleja: si eres grande y poderoso como una ballena y algún Jonás te desafía no lo devores, porque lo vomitarás transformado en héroe.

lunes, 6 de julio de 2009

Mi Pierre

Cuando Pierre vuelve a su casa, después de cumplida su tarea, me agacho a sus pies y le quito las galochas embarradas. Le alcanzo agua para que se lave las manos pringosas. Y si la camisa tiene manchas (casi siempre), le doy una limpia.
El se acerca a la cuna de nuestro hijo y, en silencio, lo contempla. Suspira: el querubín heredará no solo su nombre sino también su oficio.
Comemos un poco de pan, guiso, sopa. El día del Señor tomamos algo de vino. Mi Pierre nunca se emborracha.
Enseguida nos acostamos. El se esconde la cabeza en el hueco de mi cuello, como pájaro que quisiera dormir.
Lo arrullo con una canción, pero siento que sus lágrimas resbalan por mis pechos. Trato de consolarlo.
¡Es tan difícil ser la mujer del verdugo!

miércoles, 24 de junio de 2009

Che

-A lo mejor está debajo de la alfombra.
-A lo mejor nos mira de adentro del ropero.
-A lo mejor ese color habano es una seña.
-A lo mejor ese pez colorado es guerrillero.
-Yo juro haberlo visto de gato en azoteas.
-Y yo, corriendo por los hilos del teléfono.
-Señor, ¿ha revisado bien adentro de su cama?
-O John, ¿qué es esa barba que asoma en tu chaleco?
-Debiéramos filtrar todas las aguas de los ríos.
-Lavar todas las caras de los negros.
-Picar la cordillera de Los Andes.
-Poner a South-América en un termo.
-Dicen que en Venezuela montaba una guitarra.
-Que en Buenos Aires entraba en bandoneones y discépolos.
-Que en Uruguay punteaba una milonga con el Diablo.
-Y en Brasil vestido de caboclo bajaba a los terreiros.
-Pero si ayer nomás saltó en Santo Domingo.
-Si en Colombia era cumbia de los filibusteros.
-Si lo vi esta mañana con su risa terrible soltándole los duendes al espejo.
-A mí casi me mata la otra noche, se me subió con un millón de sátiros al sueño.
-Ese lío en Bolivia es cosa suya.
-Y esos ladridos en la noche no son perros.
-Y esa sombra que pasa, ¿por qué pasa?
-Y no me gustan nada esos berridos junto al pecho.
-A lo mejor está en la pampa y es graznido.
-A lo mejor está en la calle y es el viento.
-A lo mejor es una fiebre que no cura.
-A lo mejor es rebelión y está viniendo.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Castilla

De Manuel Machado, en "Alma"




El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.

El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos,
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.

Cerrado está el mesón a piedra y lodo...
Nadie responde. Al pomo de la espada
y al cuento de las picas, el postigo
va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa!

A los terribles golpes,
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal responde... Hay un niña
muy débil y muy blanca,
en el umbral. Es toda
ojos azules; y en los ojos, lágrimas.
Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.

“¡Buen Cid! Pasad... El rey nos dará muerte,
arruinará la casa
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El Cielo os colme de venturas...
En nuestro mal ¡oh Cid! No ganáis nada.”

Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita: “¡En marcha!”

El ciego sol, la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga.

miércoles, 20 de mayo de 2009

El rastreador

Un texto de Domingo F. Sarmiento, del Facundo (Cap 2)

El más conspicuo de todos, el más extraordinario, es el rastreador. Todos los gauchos del interior son rastreadores. En llanuras tan dilatadas, en donde las senda y caminos se cruzan en todas direcciones, y los campos en que pacen o transitan las bestias son abiertos, es preciso saber seguir las huellas de un animal y distinguirlas de entre mil, conocer si va despacio o ligero, suelto o tirado, cargado o de vacío: esta es una ciencia casera y popular. Una vez caía yo de un camino de encrucijada al de Buenos Aires, y el peón que me conducía echó, como de costumbre, la vista al suelo: "Aquí va -dijo luego- una mulita mora muy buena . . .; ésta es la tropa de don N. Zapata . . ., es de muy buena silla . . ., va ensillada . . ., ha pasado ayer . . .". Este hombre venía de la Sierra de San Luis, la tropa volvía de Buenos Aires, y hacía un año que él había visto por última vez, la mulita mora, cuyo rastro estaba confundido con el de toda una tropa en un sendero de dos pies de ancho. Pues esto, que parece increíble, es, con todo, la ciencia vulgar; ¿éste era un peón de árrea, y no un rastreador de profesión.

El rastreador es un personaje grave, circunspecto, cuyas aseveraciones hacen fe en los tribunales inferiores. La conciencia del saber que posee le da cierta dignidad reservada y misteriosa. Todos le tratan con consideración: el pobre, porque puede hacerle mal, calumniándolo o denunciándolo; el propietario, porque su testimonio puede fallarle. Un robo se ha ejecutado durante la noche: no bien se nota, corren a buscar una pisada del ladrón, y encontrada, se cubre con algo para que el viento no la disipe. Se llama enseguida al rastreador, que ve el rastro y lo sigue sin mirar, sino de tarde en tarde, el suelo, como si sus ojos vieran de relieve esta pisada, que para otro es imperceptible. Sigue el curso de las calles, atraviesa los huertos, entra en una casa y, señalando un hombre que encuentra, dice fríamente: "íEste es!" El delito está probado, y raro es el delincuente que resiste a esta acusación. Para él, más que para el juez, la deposición del rastreador es la evidencia misma: negarla sería ridículo, absurdo. Se somete, pues, a este testigo, que considera como el dedo de Dios que lo señala. Yo mismo he conocido a Calíbar, que ha ejercido, en una provincia, su oficio, durante cuarenta años consecutivos. Tiene, ahora, cerca de ochenta años: encorvado por la edad, conserva, sin embargo, un aspecto venerable y lleno de dignidad. Cuando le hablan de su reputación fabulosa, contesta: "Ya no valgo nada; ahí están los niños". Los niños son sus hijos, que han aprendido en la escuela de tan famoso maestro. Se cuenta de él, que durante un viaje a Buenos Aires le robaron una vez, su montura de gala. Su mujer tapó el rastro con una artesa. Dos meses después, Calíbar regresó, vio el rastro, ya borrado e inapercibible para otros ojos, y no se habló más del caso.

Año y medio después, Calíbar marchaba cabizbajo por una calle de los suburbios, entra a una casa y encuentra su montura, ennegrecida ya y casi inutilizada por el uso. íHabía encontrado el rastro de su raptor, después de dos años! El año 1830, un reo condenado a muerte se había escapado de la cárcel. Calíbar fue encargado de buscarlo. El infeliz, previendo que sería rastreado, había tomado todas las precauciones que la imagen del cadalso le sugirió. íPrecauciones inútiles! Acaso sólo sirvieron para perderle, porque comprometido Calíbar en su reputación, el amor propio ofendido le hizo desempeñar con calor, una tarea que perdía a un hombre, pero que probaba su maravillosa vista. El prófugo aprovechaba todos los accidentes del suelo para no dejar huellas; cuadras enteras había marchado pisando con la punta del pie; trepábase en seguida a las murallas bajas, cruzaba un sitio y volvía para atrás; Calíbar lo seguía sin perder la pista. Si le sucedía momentáneamente extraviarse, al hallarla de nuevo, exclamaba: "íDónde te mi as dir!". Al fin llegó a una acequia de agua, en los suburbios, cuya corriente había seguido aquél para burlar al rastreador . . . íInútil! Calíbar iba por las orillas sin inquietud, sin vacilar. Al fin se detiene, examina unas yerbas y dice: "Por aquí ha salido; no hay rastro, pero estas gotas de agua en los pastos lo indican". Entra en una viña: Calíbar reconoció las tapias que la rodeaban, y dijo: "Adentro está". La partida de soldados se cansó de buscar, y volvió a dar cuenta de la inutilidad de las pesquisas. "No ha salido" fue la breve respuesta que sin moverse, sin proceder a nuevo examen, dio el rastreador. No había salido, en efecto, y al día siguiente fue ejecutado. En 1831, algunos presos políticos intentaban una evasión: todo estaba preparado, los auxiliares de fuera, prevenidos. En el momento de efectuarla, uno dijo: -"íCierto!" -contestaron los otros anonadados, aterrados-. íCalíbar! Sus familias pudieron conseguir de Calíbar que estuviese enfermo cuatro días, contados desde la evasión, y así pudo efectuarse sin inconveniente.

¿Qué misterio es éste del rastreador? ¿Qué poder microscópico se desenvuelve en el órgano de la vista de estos hombres? íCuán sublime criatura es la que Dios hizo a su imagen y semejanza!