El rastreador
El rastreador recorre bibliotecas concretas y virtuales buscando esos textos que alguna vez tenemos que leer.
miércoles, 27 de junio de 2012
Lugar
A la mañana paso
cerca de un sitio rodeado de muros
altos grises tristes sucios
de carteles, de vote lista azul
un día miro adentro
es una villa miseria.
Gente
más gente.
Vestida de tela barata
desnuda de felicidad.
Una chica me ofrece limones
"cien la docena, compremé".
Tiene trece años, más o menos
mi edad.
Un almacén ruinoso,
con ratas, con sucieda,
con microbios funestos.
Es un sitio rodeado de muros
sucios de crímenes humanos
que son sólo nuestros.
cerca de un sitio rodeado de muros
altos grises tristes sucios
de carteles, de vote lista azul
un día miro adentro
es una villa miseria.
Gente
más gente.
Vestida de tela barata
desnuda de felicidad.
Una chica me ofrece limones
"cien la docena, compremé".
Tiene trece años, más o menos
mi edad.
Un almacén ruinoso,
con ratas, con sucieda,
con microbios funestos.
Es un sitio rodeado de muros
sucios de crímenes humanos
que son sólo nuestros.
martes, 26 de junio de 2012
La oveja negra
En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.
domingo, 10 de junio de 2012
El vino del estío (fragmento)
-VIII-
Sacó una
libreta de tapa gris amarillenta. Sacó un lápiz amarillo. Abrió la libreta.
Pasó la lengua por la punta del lápiz. — Tom -dijo-, tú y tus estadísticas
me han dado una idea. Llevaré cuenta de las cosas. Por ejemplo, ¿notaste que
todos los veranos repetimos cosas del verano anterior?— ¿Como qué, Doug?— Como
hacer vino, como comprar zapatos tenis, como lanzar el primer cohete del año, como
hacer limonada, como clavarnos astillas en los pies, como recoger moras
silvestres. Todos los años lo mismo. Esto es la mitad del verano, Tom.— ¿Y la
otra mitad?— Cosas que hacemos por primera vez.— ¿Como comer aceitunas?— Más
importantes. Como descubrir que el abuelo o papá quizá no lo saben todo. —
¡Saben lo que se puede saber! ¡No lo olvides!— Tom, no discutas. Ya lo he
anotado bajo DESCUBRIMIENTOS - Pero no es un crimen. He descubierto eso,
también.— ¿Qué otras locuras tienes ahí?— Estoy vivo.— ¡Eh, eso es viejo!—
Pensarlo, notarlo, es nuevo. Uno hace cosas sin pensar. De pronto miras y ves
qué estás haciendo, y es la primera vez, realmente. Voy a dividir el verano en
dos partes. La primera parte de esta libreta se titula: RITOS Y CEREMONIAS. La
primera cerveza agria del año. La primera vez que uno corre con los pies
desnudos por la hierba. El primer baño en el lago. La primera sandía. El primer
mosquito. La primera cosecha de dientes de león. Aquí, como dije, están los
DESCUBRIMIENTOS Y REVELACIONES, o quizá ILUMINACIONES (una palabra hermosa), o
quizá INTUICIONES. En fin, haces algo viejo y familiar, como embotellar
vino, y lo pones bajo RITOS Y CEREMONIAS. Y luego piensas, y pones lo que
piensas, aunque sea una locura, bajo DESCUBRIMIENTOS Y REVELACIONES. Mira lo
que puse del vino: Cada vez que lo embotellas, guardas un buen pedazo de 1928.
¿Qué te parece, Tom?— No pude seguirte. — Te mostraré otra cosa. Bajo
CEREMONIAS: Primera paliza de papá en el verano de 1928la mañana del 24 de
junio. Y en REVELACIONES escribí: "Los mayores y los chicos siempre pelean
porque son de raza distinta" y "Las paralelas nunca se
encuentran", ¡Fúmate eso, Tom!— ¡Doug, es cierto, es cierto! Por eso no
nos entendemos con mamá y papá. ¡Dificultades, siempre dificultades, del
desayuno a la cena! ¡Doug, eres un genio!— Cada vez que hagas algo repetido en
estos meses, dímelo. Piensa luego, y dime eso también. Cuando llegue setiembre,
sumaremos las cosas del verano y veremos qué descubrimos. — Tengo una
estadística para ti, ahora mismo, Doug. Toma el lápiz. Hay cinco billones de
árboles en el mundo. Debajo de cada árbol hay una sombra, ¿no es cierto? Bueno,
¿por qué hay noches? Te lo diré: ¡sombras que salen de debajo de cinco billones
de árboles!¡Piénsalo! Sombras que corren por el aire, que emborronan las aguas,
podrías decir. Si pudiéramos descubrir un modo de guardar esos cinco malditos
billones de sombras bajo los árboles, podríamos quedarnos levantados la mitad
de la noche, Doug, ¡pues no habría noche! Ahí tienes, algo viejo, algo nuevo. —
Es algo viejo y nuevo, realmente. -Douglas pasó la lengua por el lápiz, con ese
nombre, Ticonderoga,
que tanto le gustaba:- Dilo otra vez.— Sombras bajo cinco billones de árboles...
viernes, 1 de junio de 2012
El puñal
En un cajón hay un puñal.
Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado; Luis Melián Lafinur se lo dio a mi padre, que lo trajo del Uruguay; Evaristo Carriego lo tuvo alguna vez en la mano.
Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él; se advierte que hace mucho que lo buscaban; la mano se apresura a apretar la empuñadura que la espera; la hoja obediente y poderosa juega con precisión en la vaina.
Otra cosa quiere el puñal.
Es más que una estructura hecha de metales; los hombres lo pensaron y lo formaron para un fin muy preciso; es, de algún modo eterno, el puñal que anoche mató un hombre en Tacuarembó y los puñales que mataron a César. Quiere matar, quiere derramar brusca sangre.
En un cajón del escritorio, entre borradores y cartas, interminablemente sueña el puñal con su sencillo sueño de tigre, y la mano se anima cuando lo rige porque el metal se anima, el metal que presiente en cada contacto al homicida para quien lo crearon los hombres.
A veces me da lástima. Tanta dureza, tanta fe, tan apacible o inocente soberbia, y los años pasan, inútiles.
Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado; Luis Melián Lafinur se lo dio a mi padre, que lo trajo del Uruguay; Evaristo Carriego lo tuvo alguna vez en la mano.
Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él; se advierte que hace mucho que lo buscaban; la mano se apresura a apretar la empuñadura que la espera; la hoja obediente y poderosa juega con precisión en la vaina.
Otra cosa quiere el puñal.
Es más que una estructura hecha de metales; los hombres lo pensaron y lo formaron para un fin muy preciso; es, de algún modo eterno, el puñal que anoche mató un hombre en Tacuarembó y los puñales que mataron a César. Quiere matar, quiere derramar brusca sangre.
En un cajón del escritorio, entre borradores y cartas, interminablemente sueña el puñal con su sencillo sueño de tigre, y la mano se anima cuando lo rige porque el metal se anima, el metal que presiente en cada contacto al homicida para quien lo crearon los hombres.
A veces me da lástima. Tanta dureza, tanta fe, tan apacible o inocente soberbia, y los años pasan, inútiles.
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