Señor, 
aquí estoy gozoso de salud 
y lleno de trabajo, 
frente a las góndolas de las verduras
aquí estoy en el supermercado 
y todavía no he visto al amigo Whitman; 
estoy entre batatas y papas y coliflores alegres
soñando colifloreamente, 
con chicas cola de pato. 
Señor, 
te habla tu hijo shiome 
la jugada a favor que te salió contragolpe.
Haz que el arroyo Sarandí se cristalice 
con un suave y delgado movimiento de tus dedos
que a sus bordes cristalinos crezcan 
tilos, 
eucaliptus 
y moreras en cinta 
para cuando ella baje del 148 
pose su dorado pie sobre el asfalto de Sarandí.
Entonces el ruiseñor volverá a cantar en la pampa. 
El picaflor volverá a libar la flor en el campo. 
Berazategui será un camino de canciones. 
Ezpeleta la ciudad perdida para el amor. 
Señor, 
haz que paren las lluvias en Concordia 
que este niño caprichoso deje de llorar 
que la corriente del niño desaparezca 
sino pobre del superpoeta Durand, Daniel. 
¿Perecerá bajo las aguas de Concordia?
 
Señor, 
haz que los muchachos de la selección 
jueguen la final 
del evento más hermoso de la tierra, 
del deporte mas poético del mundo, 
futbol-poesía-viva, 
la destreza del pie y la armonía de la pelota.
El rastreador
El rastreador recorre bibliotecas concretas y virtuales buscando esos textos que alguna vez tenemos que leer.
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